Tal y como indica Naciones Unidas, el agua forma parte crucial de la adaptación al cambio climático. Y es un decisivo vínculo entre la sociedad y el medioambiente.
No obstante, el innegable cambio climático está provocando un preocupante incremento generalizado de episodios de sequía. De hecho, todo apunta a que la primavera de 2023 va a ser una de las más secas de lo que llevamos de siglo. Se trata de una dramática situación que afecta a todo el país y especialmente la cuenca Mediterránea.
Según los últimos datos del Ministerio para la Transición Ecológica, mayo cerró con la reserva hídrica española al 47,5 % de su capacidad total. Con un volumen de agua de 26.640 hectómetros cúbicos.
Siendo conscientes de la magnitud de esta crisis medioambiental y de sus probables consecuencias, resulta urgente una adaptación de las estrategias de gestión del agua. Esta adaptación pasa, sin duda, por introducir una visión anticipadora de los fenómenos climáticos extremos, como la sequía y las inundaciones. Y que, de esta manera, permita mitigar sus efectos negativos sobre factores ecológicos y socioeconómicos.
Para lograr esta gestión proactiva de los riesgos inherentes al cambio climático la clave está en la colaboración de todas las partes que participan en el ciclo urbano del agua: las administraciones -locales, autonómicas, nacionales y supranacionales- los consumidores y consumidoras, la comunidad científica, las industrias, y por supuesto, de las compañías operadoras.
Facsa, como empresa referente dedicada a la gestión del ciclo integral del agua desde hace 150 años, apuesta por la innovación y la tecnología. De esta manera, aprovecha su elevada capacidad para contribuir a que esta adaptación sea una realidad. Así, entre las líneas de investigación más prometedoras para proteger el agua y el medioambiente cabe destacar importantes proyectos que persiguen la regeneración de agua, el tratamiento y valoración de residuos o la generación de energía.
Líneas de investigación para proteger el agua y el medioambiente
Aunque cada año se tratan en Europa más de 40.000 millones de m3 de aguas residuales, únicamente se reutiliza un 2%. Y, en el caso de España, un 13%
Por tanto, una solución para lograr parte del agua que necesitamos es aplicar la economía circular a los recursos hídricos. El proyecto Life Amia ejemplifica el empeño de Facsa por elevar el uso del agua regenerada. En este caso, para riego agrícola y la recarga de acuíferos.
La aplicación práctica del proceso que se investiga en este proyecto supone una oportunidad para promover la reutilización de aguas residuales. Así como la protección del medio ambiente acuático contra la contaminación causada por patógenos y microcontaminantes no eliminados por tratamientos convencionales de fangos activos. Garantizando en todo momento los requisitos de calidad de la nueva normativa europea de reutilización de agua.
El sector industrial es otro sector con el que Facsa colabora para fomentar la reutilización de los recursos hídricos. El proyecto Life Rewaincer busca cubrir la demanda hídrica del sector cerámico con agua regenerada en las estaciones depuradoras de aguas residuales. Reduciendo, por tanto, el consumo de agua de acuífero y promoviendo el aprovechamiento de residuos. En concreto, se desarrollará un nuevo tratamiento basado en la sinergia de tecnologías que permita tratar las aguas de salida de una depuradora con el fin de obtener la calidad óptima para su utilización en la industria cerámica.
Pero es importante recordar que la escasez de agua no solo afecta a la cantidad disponible de agua. También implica un descenso de la calidad del agua, lo que dificulta su tratamiento y el riesgo de adecuarla para el consumo. Ya que, a menor cantidad de agua almacenada, mayor cantidad de materiales en suspensión en el agua, como materia orgánica y sedimentos minerales, pues hay menos líquido para diluir.
En este sentido, la compañía también mantiene activos proyectos que abordan el problema ambiental a través del enfoque de adaptación al cambio climático. Estos proyectos persiguen proporcionar una gestión integrada de nutrientes y contaminantes orgánicos. Por ejemplo, promoviendo la sostenibilidad y la resiliencia a través de soluciones basadas en la naturaleza.
Por ejemplo, el proyecto Life SPOT, que presenta una solución basada en un proceso natural (NBS por sus siglas en inglés), mediante un tratamiento con microalgas y bajo consumo de recursos. Este tratamiento proporcionará recursos hídricos en áreas vulnerables a los nitratos, útil en zonas rurales aisladas, tanto en el sector ganadero como el rural y turístico.
Energía renovable y eficiencia energética
El sector del ciclo integral del agua también avanza de forma decidida en la lucha contra el cambio climático actuando sobre la energía, presente en todas fases del ciclo. En este aspecto, Facsa, como empresa firmemente comprometida en la descarbonización y la eficiencia energética, también aprovecha su potencial innovador y la digitalización para la generación de energía renovable y eficiencia energética.
Así, varios de los proyectos de innovación en los que está sumergida la compañía persiguen transformar las estaciones de depuración de agua residual en infraestructuras energéticamente sostenibles y resilientes, por ejemplo, a través del desarrollo de tecnologías que permitan maximizar el rendimiento de los procesos y, a su vez, obtener productos de valor añadido (energía, biofertilizantes y bioestimulantes) de forma rentable, permitiendo asegurar la sostenibilidad del sector del agua.
Sin lugar a dudas, todos los ejemplos expuestos demuestran que la ciencia y la tecnología son aliados fundamentales para afrontar los desafíos del futuro, y el sector del agua puede y debe desempeñar un rol estratégico en la protección del medioambiente y el uso sostenible de los recursos, fundamental para el desarrollo sostenible.