- La iniciativa, integrada en el programa europeo LIFE, permitirá reutilizar agua y recuperar nutrientes para uso agrícola mediante una tecnología de bajo consumo energético y escasas emisiones de efecto invernadero
- El proyecto, liderado por FACSA, está integrado por seis socios de tres países: ESAMUR, CEBAS-CSIC, Eurofins Iproma, la británica Arvia Technology y Atlantis Consulting Cyprus
Cada año se tratan en Europa más de 40.000 millones de metros cúbicos de aguas residuales, de los cuales únicamente se reutiliza el 2,4 %. Para mejorar estas cifras, FACSA puso en marcha el pasado 2019 LIFE AMIA. Un proyecto que persigue promover la reutilización de agua en estaciones depuradoras de aguas residuales europeas mediante una tecnología de bajo consumo energético que minimice la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
Tras 16 meses de trabajo, FACSA -en colaboración con la Entidad Regional de Saneamiento y Depuración de Aguas Residuales (ESAMUR), el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CEBAS-CSIC), el laboratorio Eurofins Iproma, la británica Arvia Technology y la consultora de Chipre Atlantis Consulting- ha presentado los primeros resultados a NEEMO Life Team, responsable del seguimiento de los proyectos del programa europeo LIFE del que forma parte AMIA.
El pasado diciembre se puso en funcionamiento la primera etapa del proceso de tratamiento, un proceso compacto anaerobio-aerobio (A2C) que combina biomasa anaerobia granular con un proceso aerobio con biomasa soportada. En este contexto, se inoculó recientemente uno de los reactores de microalgas que recibe el agua de salida del proceso aerobio anterior, y se espera que el tratamiento terciario, basado en un proceso de oxidación avanzada, sea implementado durante el mes de marzo en la EDAR de Alhama de Murcia.
Todo ello permitirá mejorar la calidad final del agua depurada y facilitará tanto su reutilización en agricultura, como el uso de los lodos y microalgas resultantes del proceso como fertilizantes. Este hecho es especialmente relevante si se tiene en cuenta que el estrés hídrico afecta en la actualidad a 130 millones de habitantes de la UE (un 30 %) y que, según las previsiones, en el año 2050 la demanda de agua crecerá un 55% en comparación con los niveles de 2015.